En una sociedad donde la imagen corporal cobra cada vez más importancia, la búsqueda de un físico musculoso puede convertirse en una obsesión peligrosa. La vigorexia, también conocida como dismorfia muscular, es un trastorno en el que la persona percibe su cuerpo como débil o poco desarrollado, aun cuando posee una musculatura considerable.
Esta distorsión de la realidad puede derivar en adicción al ejercicio, consumo de sustancias para el aumento de masa muscular y problemas psicológicos graves. En este artículo que hemos preparado con la colaboración del Centro de desintoxicación de adicciones en Valencia AMAS Adicciones, exploraremos qué es la vigorexia, sus causas, sus síntomas y cómo se puede tratar para recuperar el bienestar físico y mental.
¿Qué es la vigorexia?
“La vigorexia es un trastorno dismórfico corporal caracterizado por una preocupación excesiva por el tamaño y la definición muscular”, nos aclaran desde AMAS Adicciones. Quienes lo padecen suelen verse delgados o débiles, aunque en realidad tengan un físico musculoso. Este trastorno afecta principalmente a hombres, aunque también puede presentarse en mujeres.
Los afectados desarrollan hábitos extremos, como rutinas de ejercicio excesivas, dietas estrictas hiperproteicas y consumo de suplementos o esteroides anabólicos. La vigorexia no solo es un problema físico, sino que está ligada a problemas de autoestima y trastornos psicológicos como la ansiedad o la depresión.
Causas de la vigorexia
La vigorexia no tiene una causa única, sino que es el resultado de una combinación de factores psicológicos, sociales y biológicos, tal y como nos indican desde el Centro de desintoxicación de adicciones en Valencia AMAS Adicciones
Factores psicológicos: Muchas personas con vigorexia presentan baja autoestima, inseguridad o insatisfacción con su imagen corporal. En algunos casos, este trastorno está asociado con experiencias de acoso o burlas durante la infancia o adolescencia.
Presión social y medios de comunicación: La sociedad actual promueve la hipermasculinidad y la obsesión por la estética corporal a través de redes sociales, películas y publicidad. Los modelos de cuerpos musculosos como estándar de éxito pueden generar una presión extrema.
Factores biológicos: Algunas investigaciones sugieren que alteraciones en los niveles de serotonina y dopamina pueden influir en la percepción del cuerpo y contribuir a la vigorexia.
Entorno deportivo y de gimnasio: Los gimnasios, en especial aquellos donde se valora más la apariencia que la salud, pueden convertirse en entornos propicios para la vigorexia. El uso de anabólicos, la comparación constante con otros y la competitividad pueden agravar el problema.
Síntomas físicos y psicológicos de la vigorexia

La vigorexia tiene manifestaciones tanto físicas como emocionales, lo que la hace un trastorno complejo y peligroso.
Síntomas físicos: Quienes padecen vigorexia suelen pasar horas en el gimnasio, realizan rutinas de entrenamiento intensas sin descanso suficiente y siguen dietas extremadamente estrictas. En muchos casos, recurren al uso de esteroides anabólicos o suplementos sin supervisión médica, lo que puede generar problemas hepáticos, cardiovasculares y hormonales.
Síntomas psicológicos: Uno de los signos más claros de la vigorexia es la distorsión de la autoimagen. Las personas afectadas nunca se sienten lo suficientemente musculosas y pueden experimentar ansiedad, estrés y aislamiento social. También pueden desarrollar sentimientos de culpa si no cumplen con su rutina de ejercicio.
Diferencias entre vigorexia y otros trastornos corporales
La vigorexia comparte características con otros trastornos como la anorexia o la bulimia, pero su enfoque es distinto. Mientras que la anorexia se caracteriza por el miedo a ganar peso y la restricción alimentaria extrema, la vigorexia busca aumentar la musculatura a cualquier costo. En ambos casos, la percepción del cuerpo está alterada, pero el objetivo es diferente.
Otra diferencia importante es que, a diferencia de otros trastornos alimenticios, la vigorexia es menos reconocida como un problema. Muchas personas la ven como una simple “pasión por el deporte”, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento.
Consecuencias de la vigorexia en la salud
Las consecuencias de la vigorexia pueden ser graves tanto a nivel físico como mental.
Problemas físicos: El exceso de entrenamiento sin descanso adecuado puede llevar a lesiones musculares, fracturas por estrés y problemas en las articulaciones. El uso de anabólicos puede provocar fallos hepáticos, alteraciones hormonales, disfunción eréctil y riesgo cardiovascular.
Consecuencias psicológicas: La obsesión por la musculatura puede generar ansiedad, depresión y aislamiento social. Muchas personas con vigorexia evitan eventos sociales, reuniones familiares o cualquier situación que pueda interferir con su rutina de entrenamiento o alimentación.
Cómo superar la vigorexia
Superar la vigorexia requiere un enfoque integral que abarque tanto el aspecto físico como el psicológico.
Reconocer el problema: El primer paso es aceptar que la obsesión con el músculo no es saludable y que está afectando la calidad de vida. Muchas personas con vigorexia no son conscientes de su trastorno y creen que simplemente están siendo disciplinadas con el ejercicio.
Buscar ayuda profesional: El tratamiento psicológico es fundamental. La terapia cognitivo-conductual ayuda a cambiar la percepción del cuerpo y a modificar pensamientos obsesivos. También puede ser necesario acudir a un nutricionista para adoptar hábitos alimenticios más saludables.
Reducir la dependencia del ejercicio: Es importante aprender a entrenar de manera equilibrada, respetando los tiempos de descanso y evitando el exceso de ejercicio.
Evitar el uso de sustancias peligrosas: El abandono de anabólicos y suplementos no regulados es clave para recuperar la salud física y hormonal.
Rodearse de un entorno positivo: Alejarse de ambientes que fomenten la obsesión por el físico y rodearse de personas que promuevan un estilo de vida saludable sin presiones estéticas puede marcar una gran diferencia.