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Jugadores con barba más icónicos de la historia del deporte

La barba y el bigote, esos signos que a veces nos hablan de fuerza bruta y otras de masculinidad, nunca han faltado en el mundo del deporte. Muchos deportistas optan por dejarse crecer el vello facial por varias razones: algunas veces es por superstición, creyendo que les traerá suerte en la competencia; otras, es simplemente una forma de destacarse del resto, de marcar una diferencia. También hay quienes lo hacen por no querer tomarse la molestia de afeitarse regularmente, o como una forma de protesta o declaración de principios. 

Pero tener barba o bigote no es garantía de que a todo el mundo le siente bien; después de todo, es una cuestión de estilo personal. Además, en algunos deportes, como el hockey sobre hielo, dejarse la barba durante los playoffs se ha convertido en una tradición, un ritual casi sagrado que muchos siguen esperando que les dé buena suerte. 

En el boxeo, en cambio, los boxeadores a menudo prefieren ir afeitados para evitar dar ventajas al rival. Sea como sea, el vello facial en el deporte es mucho más que una simple elección estética; es parte de la identidad y la cultura deportiva.Conozcamos deportistas famosos con barbas o bigotes que han sido campeones en sus respectivas competiciones.

Jugadores con barba más famosos de la historia

James Harden

Este prodigio del baloncesto, originario de Los Ángeles, destaca no solo por su habilidad con el balón, sino también por lucir una de las barbas más icónicas de la NBA, generando hasta un poco de envidia. 

Pero como nos dicen los expertos de la Red de Barberos independientes https://barberias.com/, la barba de Harden es más que un simple rasgo distintivo; se ha convertido en su sello personal, abriéndole puertas en el mundo de la publicidad y elevando su popularidad a niveles impresionantes. Esto se puede ver en sus partidos, donde sus seguidores no dudan en homenajearlo portando barbas falsas, demostrando el cariño y la admiración que sienten por él.

Roland Glen Fingers

¡Vamos a hablar de una verdadera leyenda del béisbol, Rollie Fingers! Este tipo es un ícono. Levantó el trofeo de la Serie Mundial no una, sino tres veces seguidas con los Oakland Athletics a principios de los 70 (estamos hablando de 1972, 1973 y 1974), lo cual ya te dice mucho de su calibre. 

Pero espera, que hay más: Fingers fue reconocido como el Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 1981 y se llevó a casa el título de Lanzador del Año en cuatro ocasiones (1977, 1978, 1980 y 1981). Y como la cereza del pastel, en 1992, lo inmortalizaron en el Salón de la Fama del Béisbol. Desde Oakland, pasando por Milwaukee, hasta llegar a San Diego, este hombre lo ha ganado todo.

¿Y cuál es la historia de su legendario bigote? Todo comenzó en 1972 con una apuesta bastante singular con Charles O. Finley, el dueño de los Oakland Athletics por aquel entonces. Finley les propuso a sus jugadores que se dejaran crecer el bigote, prometiendo un bono de 300 dólares a quienes lo hicieran. Fingers aceptó el desafío y, bueno, el resto es historia. Ese distintivo bigote no solo se convirtió en su marca registrada sino que, 40 años después, sigue siendo parte de su look sin signos de querer cambiarlo. ¡Habla de un estilo con carácter!

Paul Breitner

Paul Breitner, con su icónica barba que le daba un aire tan característico, fue una auténtica leyenda del fútbol en la década de los 70. Este talentoso jugador podría haber elevado aún más su leyenda si no fuera por su tendencia a no morderse la lengua. Conocido por sus convicciones firmes, incluida su autoidentificación como maoísta, Breitner se ganó unos cuantos detractores a lo largo de su carrera, gracias a su franqueza sin filtros. 

Llamado afectuosamente “der Afro” por su memorable cabellera, este alemán no le hacía ascos a un buen choque físico en el campo, demostrando una resistencia fuera de serie.

Curiosamente, a pesar de sus escapadas nocturnas, que incluían alguna que otra borrachera durante las semanas de competición, solía ser de los más destacados en los entrenamientos al día siguiente. Esta dualidad entre su vida fuera del campo y su magia dentro de él, solo añade más color a la leyenda de uno de los futbolistas más carismáticos y talentosos de su época.

Björn Borg

Björn Borg, leyenda sueca del tenis, en 1976 ya había demostrado su magia en la arcilla de Roland Garros, embolsándose un par de títulos. Pero Wimbledon… ese era otro cantar. Hasta entonces, Borg nunca había levantado el trofeo en el prestigioso césped londinense. Entonces, algo curioso sucedió. 

Justo cuatro días antes de que comenzara la batalla por la gloria en Wimbledon, Borg decidió que era hora de dejar la cuchilla de afeitar a un lado. No se tocaría la barba hasta que su camino en el torneo llegara a su fin. ¿Y qué crees? El tipo simplemente se llevó el título a casa.

Esta victoria no fue un golpe de suerte. Borg, a quien apodaban “Iceborg” por su tranquilidad casi sobrenatural dentro de la cancha, se aferró a esta nueva tradición de no afeitarse como si fuera un talismán de la buena suerte. Año tras año, hasta 1981, Borg dominó Wimbledon como si fuera su reino personal, cada victoria refrozaba su peculiar superstición. Sin embargo, todo lo que sube tiene que bajar, y en 1981, John McEnroe lo destronó en una final que quedó para la historia.

Sócrates

Sócrates fue una verdadera leyenda en el mundo del fútbol, un mago del balón con una técnica exquisita y un estilo único que dejó huella. Su manera de jugar era pura poesía en movimiento, con un control del balón que parecía casi mágico, una elegancia en el campo que capturaba a cualquiera y un carisma que traspasaba las pantallas. 

Pero Sócrates era mucho más que un jugador fenomenal. Era un hombre profundamente inteligente y comprometido, un verdadero erudito del deporte y de la vida. En una época en que Brasil estaba sumergido en una dictadura militar, se convirtió en una voz de la democracia, liderando movimientos en su equipo para promover la libertad y la participación colectiva, algo que se conocería como la “democracia corintiana”. Esta faceta de su vida mostraba que, para él, lo colectivo siempre estaba por encima de lo individual.

Su apariencia también era icónica, especialmente por esa barba que llevaba con un orgullo revolucionario, signo de su personalidad única y de su forma de ver el mundo. A pesar de todo su talento y sus contribuciones tanto dentro como fuera del campo, Sócrates tuvo sus luchas personales, particularmente con el alcohol y el tabaco, dos vicios que lamentablemente afectaron su salud y le costaron la vida a una edad temprana, con solo 57 años.